Carlos IV accedió al trono en 1788, un año antes de que en Francia estallara la revolución. Este acontecimiento marcó todo su reinado, aunque sus muchos problemas se debieron también a causas internas.
La política interior estuvo condicionada por el nombramiento de Godoy como primer ministro. Las reformas emprendidas por Godoy en la línea de la Ilustración disgustaron a las clases dirigentes que se agruparon en torno a Fernando, hijo de Carlos IV,
En marzo de 1808 tuvo lugar el motín de Aranjuez. Las clases populares, al frente de Fernando, asaltaron el palacio real y obligaron a Carlos IV a abdicar en su hijo Fernando VII.
La política exterior se desarrolló de forma compleja. Tras la ejecución de Luis XVI por los revolucionarios franceses, España declaró la guerra a Francia. Esta guerra concluyó con la paz de Basilea (1795). Tras ese momento, las alianzas entre España y Francia se reanudaron. El pacto de San Ildefonso renovó esta alianza que iba a favor de Francia pero en contra de Gran Bretaña. Este pacto se consolidó con la subida al poder de Napoleón en 1799.
En la Guerra de las Naranjas (1801), Napoleón invadió Portugal.
Una consecuencia de la gran transcendencia de estas alianzas fue la derrota hispanofrancesa en Trafalgar (1805). El almirante Nelson derrotó a Napoleón con una buena estrategia con su flota.
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