El Imperio Ruso era un gigante territorial y demográfico muy atrasado desde el punto de vista social, político y económico:
Era la única gran potencia que aún no contaba con un régimen parlamentario.
La servidumbre de los campesinos no fue abolida hasta 1861.
A finales del siglo, Rusia emprendió una rápida industrialización que provocó graves tensiones sociales. El signo más visible de la modernización fue la construcción de ferrocarriles como el transiberiano, que unía Moscú con el Pacífico.
Las ambiciones del Imperio Ruso se dirigían hacia Europa Oriental, Asia Central y Extremo Oriente. En la primera de esas zonas su expansión chocaba con austríacos y turcos, mientras que en las otras dos suscitaba el recelo de británicos y japoneses.
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